Este objeto era un gato. Un simple y vulgar gato blanco con manchas
amarillentas. Se hallaba sentado de perfil pero con la cabeza vuelta hacia
el embudo, es decir hacia mi. Sobre su cabeza, entre ambas orejas, tenia
una pulga, una diminuta pulga en nada diferente a las miles de pulgas q
todos hemos visto y hemos tenido q sufrir. Eso era todo. Poca cosa, por
cierto. Pero como tantas veces las cosas simples son complicadas,
fijemonos bien, para bien inculcar el cuadro, los tres puntos principales
dentro del embudo: yo, el gato, la pulga.
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